El primer libro impreso en España: el Sinodal de Aguilafuente
- Paravoz.es
- 20 jul
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En 1472, en la ciudad castellana de Segovia, ocurrió un hecho aparentemente discreto: la impresión de un libro de actas eclesiásticas. Sin embargo, ese volumen, el Sinodal de Aguilafuente, se convirtió en la primera obra impresa en la historia de España. Con él comenzó una nueva era, en la que el conocimiento empezó a salir de los monasterios y universidades, adoptando una forma multiplicable: la impresa.
El impresor alemán Juan Párix de Heidelberg instaló la primera imprenta de España precisamente en Segovia —no en Madrid ni en Toledo—, quizás gracias al apoyo del obispo o por la libertad que ofrecían los márgenes culturales para adoptar innovaciones.
Desde que Gutenberg inventó la imprenta a mediados del siglo XV, su tecnología se extendió rápidamente por Europa. Alemania, Italia, Francia... y finalmente España, algo más tarde, pero con gran impacto.
Al principio, los libros impresos —como el Sinodal— eran religiosos. Pero la prensa ya no se podía detener: en las décadas siguientes surgirían cientos de publicaciones —desde Biblias hasta tratados de medicina, novelas de caballería y calendarios astronómicos.

Este cambio coincidió con profundas transformaciones sociales: el fin de la Reconquista, el auge de la monarquía católica y el avance del humanismo. El libro se convirtió en símbolo de una nueva época, en la que el saber dejaba de ser privilegio de unos pocos.
Hoy, el Sinodal de Aguilafuente no es solo una joya bibliográfica conservada en la catedral de Segovia. Es un hito cultural que marcó el inicio de la imprenta en España. Cada año, Segovia celebra este legado con exposiciones, conferencias y demostraciones tipográficas.
El texto recoge las decisiones del sínodo diocesano presidido por el obispo Juan Arias Dávila, una figura singular: humanista, bibliófilo y defensor de las nuevas tecnologías. Provenía de una familia de conversos, lo que le granjeó desconfianza por parte de las élites, e incluso lo obligó a exiliarse a Roma ante amenazas inquisitoriales. A pesar de ello, su influencia fue decisiva. Fue él quien trajo a Párix, formado en Italia, a imprimir el primer libro de España.

Cada vez que hojeamos un libro o leemos en pantalla, rara vez pensamos en cómo el conocimiento se hizo accesible. Pero todo comenzó con gestos como este: discretos, imperfectos, pero profundamente transformadores.